En homenaje a...

María Elena Walsh








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María Elena Walsh nació en 1930 en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires. El entramado de su infancia con su obra dedicada a los niños es claro: la ascendencia inglesa e irlandesa de su familia la puso tempranamente en contacto con una lengua y una tradición cultural que ella retomará posteriormente en su escritura.
A los diecisiete años publicó su primer libro de poemas -Otoño imperdonable- que mereció una distinción importante y recibió críticas elogiosas. Juan Ramón Jiménez la invitó a su residencia en Maryland y este constituyó el primero de muchos viajes, que la llevaron por diversos lugares del mundo.
Formó un dúo folklórico con Leda Valladares, con el que actuaron en París y a través del cual se conectó con un mundo -el del espectáculo- por el que siempre experimentó una marcada fascinación, de la que da cuenta una de sus canciones, la que comienza diciendo: "Enciéndanse las luces del viejo varieté..."
En 1956, de regreso en Argentina, inicia una etapa decisiva: la de la escritura orientada a un público infantil, con el libro de poesías Tutú Marambá, para el que no encontró editor y que recién sería publicado tiempo más tarde, gracias a un subsidio del Fondo Nacional de las Artes.
Inicia un período de actividad teatral y televisiva. Gracias a la directora María Herminia Avellaneda llegan a la televisión dos de sus personajes más queridos: Doña Disparate y Bambuco, en una apuesta cultural dirigida a los niños que, hoy en día, resulta difícil de imaginar en las pantallas de nuestros televisores.
En los años '60 se publican El reino del revés, Zoo loco, Dailan Kifki, Cuentopos de Gulubú y la antología de textos folklóricos Versos tradicionales para cebollitas. En los '70 y '80 Chaucha y palito y Novios de antaño.
Se cierra así el ciclo más productivo de su trabajo como escritora, aunque su vigencia es permanente, a través de las innumerables versiones de sus obras que se hacen para teatro, cine, y las ediciones discográficas de sus canciones, en su voz y en las de numerosos intérpretes. Durante mucho tiempo desarrolló tareas en SADAIC, el sindicato en el que se agrupan los compositores de música argentinos.

Aventuras de María Elena en el país
El nombre de María Elena Walsh se entreteje con el devenir histórico de nuestro país, periódicamente atravesado por el autoritarismo y la violencia.
En 1979 -plena dictadura militar- su voz, esta vez a través de la escritura periodística, resuena en el silencio generalizado, solitaria, arriesgada y polémica, con el artículo Desventuras en el País - Jardín - de - Infantes, que se publicó en Clarín. En éste, denuncia la censura imperante en nuestro país, convertido por el gobierno de facto en un siniestro Jardín de Infantes, donde los ciudadanos, por efecto de la represión, han pasado a ser como alumnos a los que se obliga a permanecer calladitos. Dice María Elena Walsh: "Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. Cuando el censor desaparezca, porque alguna vez sucumbirá demolido por una autopista, estaremos decrépitos y sin saber ya qué decir. Habremos olvidado el cómo, el dónde y el cuándo y nos sentaremos en una plaza como la pareja de viejitos del dibujo de Quino que se preguntaban '¿Nosotros qué éramos?'"
Su militancia democrática continúa en 1984, con el retorno de la democracia, en la labor de la CONADEP (Comisión Nacional de la Desaparición de Personas), que vio plasmada su tarea con la publicación del libro Nunca más, el que constituye uno de los aportes más valiosos para la revalorización de la memoria de un país.
Durante el primer gobierno de Menem, que acostumbraba a solicitar la pena máxima cada vez que un delito sacudía la opinión pública, María Elena Walsh, también a través de su columna periodística, se planta con firmeza contra la pena de muerte: "Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas."

Una lengua filosa
Irónica, mordaz, no se le escapan los dobles discursos que caracterizan a nuestra sociedad. Así, por ejemplo, contraponiendo la enorme bambolla que se hace en torno a la Feria del Libro con la pobreza de lectura imperante en nuestro medio, dice, en un artículo de opinión publicado en Clarín: "El niño lector, lamento decirlo, no puede surgir sino de una casa donde haya libros y se usen. No importa qué libros: recetarios, novelones, tratados, enciclopedias. Pero libros. Y que los mayores los devoren, manoseen, presten y comenten."
En este sentido, la escritora ha criticado de un modo incisivo la determinación social que pesa sobre las mujeres y que contribuye a que no se incluya la pasión por la lectura dentro de lo que se considera propio de la identidad femenina. En el mismo artículo mencionado recién, y que tiene el sugerente título Infancia y bibliofobia, comenta: “Si a nuestra sociedad le preocupara en serio el hábito de la lectura en los chicos, procuraría no seguir fomentando la existencia de madres ignorantes. A la mujer se la disuade firmemente, por todos los medios, de cultivarse en profundidad. Pocos serán los hijos acostumbrados a ver –e imitar- a su santa madre dedicada a la lectura, a respetar lo que significan concentración, paciencia y soledad.” Y agrega más adelante: “Aunque los consejos fastidien, y en este caso especialmente a la consejera, les diría que empezaran por leer ellas, las madres, si aún no lo hacen. O que recuperaran tan grato vicio si lo perdieron, y que los platos los lave Magoya.
María Elena Walsh, por lo tanto, se ubica muy lejos de la imagen del intelectual encerrado en la torre de marfil. Ella prefiere, en cambio, la intervención, el debate, aunque algunas veces sus opiniones sean polémicas o duelan, como el dedo que se apoya en la llaga.

Vamos a ver cómo es... o el reino de los textos
En relación con su obra literaria y musical dedicada a los chicos, es evidente que la misma marca una bisagra en la periodización de la literatura infantil argentina. Hay un antes y un después de María Elena Walsh.
¿En qué sentido podemos decir que la literatura para niños que produjo esta escritora abre un nuevo rumbo? Su innovación más profunda consiste en haber sacado de los textos para niños la impronta del didactismo, para instalarlos, rotundamente, en el territorio del juego y del lenguaje, o del juego del lenguaje. Dice María Elena Walsh en una conferencia para maestras jardineras, auspiciada hace cuatro décadas por la Organización Mundial de Enseñanza Preescolar: "La poesía no alude más que a sí misma, sopla donde quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción." Ese es el gesto transgresor de María Elena Walsh: arrebatarle a la didáctica su dominio sobre la literatura infantil y devolverle a los niños su derecho al juego y a la imaginación, su posibilidad de ser verdaderamente niños y no réplicas de un adulto tristemente domesticado.
Uno de los rasgos relevantes de su poética lo constituye el disparate, el sinsentido que ella supo rescatar de la poesía tradicional en lengua inglesa y de Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas, que se nutrió también de esta literatura popular, transmitida durante siglos por la oralidad. En cualquiera de sus textos estalla esta visión de una realidad que no obedece a las leyes de la lógica, o que instaura una lógica diferente: "El sol cuando sale se llama José, pajarito chino canta en japonés. A ver, a ver, a ver."
A los ingredientes de una receta que incluye elementos tradicionales (en lengua inglesa y española) y de la poesía surrealista, se agrega una afinidad, cierta predilección por lo popular, que se expresa en las formas musicales que elige para sus canciones (valsecitos, tangos, milongas, zambas, jazz) y en el uso de elementos del habla popular. Ella nos previene en el prólogo a su libro Zooloco: "La última de estas chiripitifláuticas historietas está escrita en un idioma que se llama Vesre. Hay gente que opina que es feísimo hablar al vesre, por eso la puse al final y escondida entre dos paréntesis, para que nadie la vea." Y nos asesta, en la última página de este libro tan inglés -compuesto por limericks, forma tradicional en la poesía de habla inglesa- el golpe porteño, reo, de este texto:

"(Un Nogüipín, un Greti, un Lodricoco,
Un Toquimos, un Mapu, una Rratoco,
Una Faraji, un Toga,
un Rrope, una Tavioga, un Llobaca, un Norrizo y un Teyoco.)"

* Aventuras de María Elena en el país. María Elena Walsh a través de sus trabajos periodísticos y de sus textos para niños. De Elena Stapich